Plataforma Salvemos la Vega – Vega Educa

Vega de Granada

Un espacio único al límite del colapso

La Vega de Granada está situada en la parte central de la provincia, ocupando la depresión formada por el río Genil y sus afluentes (Aguas Blancas, Beiro, Cacín, Colomera, Cubillas, Darro, Dílar, Monachil y Velillos). Es una amplia llanura rodeada por las montañas de Sierra Nevada, Sierra de Huétor y Sierra de la Alfaguara. En ella se localizan 47 municipios y se extiende desde el área metropolitana hasta Loja (de Este a Oeste a lo largo de unos 50 km, alrededor de 1.500 km²).

Las características climáticas de la Vega y la elevada fertilidad de sus suelos han condicionado desde siempre la gran calidad y excelencia de sus cultivos. Sin olvidar, que su complejo sistema fluvial, su potente acuífero subterráneo y su ancestral red de acequias, han sido esenciales para el desarrollo de la actividad agraria que ha sido históricamente el motor socio económico y ambiental y una fuente de bienestar para su gente.

El paisaje de la Vega y su valor patrimonial

El paisaje de la Vega ha sido históricamente un paisaje eminentemente agrario, sustentado en una variada y heterogénea riqueza patrimonial, material e inmaterial, y en una organización territorial singular que se ha configurado a lo largo de los años.

El parcelario irregular, adaptado a las desigualdades del terreno, surcado por una compleja red de acequias y caminos rurales, constituye una de las señas de identidad del paisaje de la Vega y tiene sus orígenes en la época musulmana.

Destacan también los sistemas fluviales y las infraestructuras hidráulicas que vertebran la Vega y que suponen un importante patrimonio simbólico e identitario de las gentes que la habitan.

Otra de sus señas de identidad patrimonial más destacable, es la agricultura basada en policultivos de regadío, que incorporan prácticas y técnicas agrícolas que se han ido transmitido de padres a hijos y que desaparecerán si se abandonan las tierras de labor y no se garantiza el relevo generacional y la transmisión de los saberes que atesoran los agricultores más ancianos de la Vega a los jóvenes agricultores.

En los piedemonte también hay cultivos de secano, como cereales y olivar. Y los márgenes de ríos y arroyos están salpicados de choperas.

El paisaje de la Vega está salpicado de edificaciones singulares asociadas a la actividad agraria a lo largo de la historia: Las casas-huerta, como la Huerta del Tamarit o la Huerta de San Vicente (las más conocidas, por su vinculación con Federico García Lorca); los cortijos de regadío, de mayor tamaño y con fincas de mayor extensión; y las caserías de olivar y vid, localizadas fundamentalmente en las zonas de piedemonte.

 

Mención especial merecen los secaderos de tabaco, algunos de gran valor patrimonial, como el secadero del Cortijo del Alitaje en Pinos Puente o el del Cortijo del Rector en Granada. Sin duda una de las señas de identidad del paisaje veguero.

La aparición de la remolacha en la Vega de Granada, convertida casi en monocultivo durante la primera mitad del siglo XX, modificó el paisaje de la Vega al incorporar fábricas de gran tamaño (hasta 13 hubo en las inmediaciones de la línea de ferrocarril). De ese pasado nos quedan varias chimeneas y torres de destilación, y algunas fábricas todavía en pié, como la de San Isidro y la de Inmaculada del Genil en Granada, la Vega en Atarfe o la de San Pascual en Pinos Puente.

Lamentablemente, muchas de estas edificaciones han desaparecido o están abandonadas o muy deterioradas y ofrecen un aspecto desolador. Otras, afortunadamente, se están rehabilitando, aun modificando su funcionalidad originaria, pues lo importante es ir recuperando un patrimonio agrario e industrial de gran valor y simbolismo. 

Evolución de la población y su impacto en la Vega

Hasta el último tercio del siglo XX el paisaje de la Vega ofrecía una imagen de espacio agrícola unitario, complementado con un sistema urbano que se desarrollaba al compás de las necesidades de la actividad agraria que iban surgiendo. Pero a partir de la década de los 70 la evolución urbana se desliga de la actividad agrícola y se va a convertir en la principal causa de su degradación, debido a la creciente demanda de suelo urbano y la consiguiente pérdida de suelo agrícola. 

El problema era que la rentabilidad de las huertas no podía competir con el dinero fácil del ladrillo y el pelotazo urbanístico, al tiempo que la agricultura iba perdiendo valoración social y percibiéndose como un freno al progreso en las propias comunidades locales. 

De hecho, hoy más del 60 por ciento de los habitantes de la provincia se concentran en los municipios del área metropolitana (Granada capital y unos 32 municipios de la Vega), configurando un territorio con gran dispersión residencial y de servicios, que incrementó la movilidad y la demanda de nuevas infraestructuras viarias, cuya construcción supuso  importantes impactos en el acuífero de la Vega, en su sistema de regadíos históricos, en los cultivos, en la avicultura y ganadería y, en consecuencia, en el agroecosistema de la Vega de Granada.

Pero la evolución de los distintos municipios de la Vega no ha sido uniforme ni en el tiempo ni espacialmente. Durante las décadas de 1960 a 1980 la capital provincial será el destino principal del éxodo rural del campo a la ciudad, dando lugar a los grandes barrios como Cartuja, Chana y Zaidín. A partir de 1980, coincidiendo con la escasez de suelo y encarecimiento de la vivienda en la ciudad de Granada, se iniciará un desarrollo residencial en los municipios próximos mientras Granada sigue creciendo. 

Pero a partir de 1991 Granada empieza a perder población en beneficio de los municipios metropolitanos. Una dinámica que no ha terminado aún y que ofrece su cara más amarga en los años de la burbuja inmobiliaria, en los que se produce un proceso especulativo con grandes promociones inmobiliarias que afectará a los municipios centrales, de mayor tradición agrícola. La “Vega se vende” en esos años para atraer a nuevos residentes no para satisfacer las demandas propias de los municipios.

Tal era el descontrol de la evolución urbanística en la comarca, que en el año 1999 se publicó el Plan de Ordenación Territorial de la Aglomeración Urbana de Granada (POTAUG). El primer Plan que se llevaba a cabo de estas características en Andalucía (hecho demostrativo de la importancia de la crisis socio-ambiental que estaba desatado en la Vega de Granada). 

El POTAUG es el “Plan Madre” de otros muchos otros que fueron apareciendo en su órbita para intentar solucionar los problemas de tráfico, tránsito, agrarios, medioambientales, de agua, turismo, etc., que iban apareciendo con el aumento de la población de la zona veguera y las grandes presiones urbanas que ello acarreaban. 

Tanto el POTAUG, como el resto de planes, han sido foco de multitud de polémicas desde los diferentes sectores sociales y administrativos. Además, la falta de financiación, de voluntad política, o las controversias y desacuerdos administrativos, han provocado desbarajustes en su implantación, no llevándose a término en gran parte de las actuaciones planteadas. Hechos que se detallan en “Incidencia de la planificación territorial en el medio físico-ambiental de la Vega de Granada y entorno próximo”, Tesis Doctoral de Miguel A. Sánchez del Árbol (2018).

Un dato a tener en cuenta, es que en el área metropolitana predomina la población joven (el 17% tiene menos de 15 años) y la presencia de mayores de 65 años es inferior a la media andaluza. Esto nos lleva a pensar que la presión demográfica en la Vega no sólo no va a disminuir, sino que se incrementará en los próximos años. Lo que provocará una demanda de suelo residencial y terciario por crecimiento demográfico que presionará los actuales suelos agrícolas.

¿Qué no se ha hecho todavía?

Por ejemplo, poner en marcha las medidas que proponía el Plan de Dinamización Integral y Sostenible de la Vega de Granada, de diciembre de 2006, en gran medida y salvo honrosas excepciones todavía vigentes:

1ª)  Apoyo y fomento de la agricultura y la ganadería, con los objetivos de dignificar el trabajo agrícola y ganadero, obtener productos sanos, seguros y de calidad y favorecer su comercialización en los mercados, así como mejorar la renta de los agricultores y ganaderos.

2ª) Creación del Parque Agrario de la Vega de Granada, con el objetivo de facilitar el desarrollo de la Vega en general.

3ª) Otras actividades económicas que podrían generar trabajo y riqueza en la Vega de Granada, mediante su recuperación como un agroecosistema.

4ª) Acondicionamiento y mejora de las infraestructuras de la Vega.

5ª) Rehabilitar, revegetar y conservar las cuencas de los ríos, los barrancos y cualquier otro espacio deteriorado y contaminado.

6ª) Recuperación del patrimonio histórico y cultural de la Vega.

7ª) Aplicación de la normativa de protección medioambiental y regulación de la protección paisajística de la Vega.

8ª) Compromiso de las administraciones e instituciones públicas en defensa de la Vega y de su agricultura y ganadería.

A la espera de las instituciones...

  • Cumplir escrupulosamente con los compromisos adquiridos al firmar el Pacto por la Vega de 2015.
  • Continuar la tramitación en el Parlamento Andaluz del Plan Especial de Ordenación de la Vega de Granada de 2017.
  • Continuar la tramitación de la Ley de Agricultura de Andalucía.
  • Apoyar la Ley básica de protección de los suelos fértiles que promueve la Federación Intervegas en el Parlamento.