La pandemia actual ha eclipsado problemas de tanta relevancia como el cambio climático, ignorando que son los desequilibrios naturales los que, en gran medida, los originan. La mayor presencia de virus en zonas deforestadas, por ejemplo, nos habla de esta interrelación e, igualmente, los cambios de clima siempre han provocado epidemias que, en nuestro caso, y dada la rapidez e intensidad del fenómeno podrían agravar estas situaciones en el futuro.
Al cambio climático se le combate con acuerdos internacionales, pero también con actitudes personales coherentes y responsables. Ahora se aproximan fechas cargadas de consumismo (Blak friday, Navidades, Reyes…) y, aun con todas las limitaciones actuales, es el momento de recordar que los ritmos de consumo de las sociedades occidentales suponen un serio golpe a la disponibilidad de recursos, agua y energía.
Porque detrás de todo producto, sea ropa, perfumes o cualquier clase de accesorio, hay importantes cantidades de energía invertida en su elaboración y distribución, energía procedente, posiblemente, de fuentes fósiles, emisoras de CO2 y generadoras de efecto invernadero. Por tanto, hoy, como antes, el mensaje desde la racionalidad sigue siendo: Reduce tu consumo. Por el bien del planeta y de quienes lo habitamos (y de los que vendrán), rechaza todo producto innecesario y deshazte de lo superfluo.
Es el momento de promover la compra en los comercios de proximidad, accediendo a productos locales, ya que todos tenemos que adquirirlos para satisfacer nuestras necesidades, apoyando el pequeño comercio frente a las grandes cadenas que arruinan a los productores, explotan a sus operarios y generan continuamente nuevas necesidades. Es necesario distinguir la compra responsable, local, ecológica, de comercio justo, del hiperconsumo inducido por la publicidad, que buscando el beneficio inmediato, daña personas y planeta, incidiendo negativamente en el cambio climático.
Una temperatura por debajo de 1,5ºC de incremento es necesaria para evitar peligros, como nuevas epidemias. Para frenarlos deben combinarse convenios internacionales y ciudadanía responsable, y en ella mantener una actitud crítica frente a la publicidad, la moda y el consumismo son imprescindibles. Un planeta en equilibrio es nuestra mejor defensa frente a los riesgos emergentes.