Pocos lugares en el mundo fueron tan agraciados por la naturaleza como lo fue Granada: ubicada en la falda de la montaña donde están las cumbres más altas de la Península Ibérica, con un manto verde a sus pies en forma de llanura, su famosa Vega, de más de 20.000 hectáreas, y con una abundancia de agua en calidad y cantidad como pocos lugares…; y un clima y un paisaje envidiables donde las estaciones siempre estuvieron muy marcadas, fue cantada y alabada por todo el mundo. No menos evocadora ha sido su historia como último bastión del Islam en Europa.
Con sus primeros pobladores se estableció un “acuerdo” no escrito con el territorio de manera que el uso de los recursos y las actuaciones sobre el medio fueron siempre una mejora, ya fuese metiendo tierras en cultivo, creando redes de riego, o construyendo lo necesario para cubrir las necesidades de techo.
Este “contrato” creó paisajes de una belleza y armonía que su contemplación tenía y tiene efectos balsámicos sobre el espíritu de las personas y fueron reconocidos y admirados por propios y extraños, y traspasó fronteras. . . , y que en Granada se resumía en el dicho a
modo de romanza de ciego, frase típica y hoy tópica de: “darle limosna mujer que no hay en la vida nada como la pena de ser ciego en Granada”.
Éste “pacto no escrito” se mantuvo hasta los años 50 del pasado siglo, donde dos palabras “mágicas” – o mejor dicho venenosas y cargadas de mentiras y corrupción, como en la práctica han sido, “modernizarse” y “crecer”, se van a llevar por delante, o sea destruir, mancillar o envilecer, – o todo junto – la obra humana que durante de miles de años diseño un espacio para las personas, que gozaba de soberanía alimentaria, movilidad sostenible y excelente “ calidad de vida” como se dice ahora; y además muy barata, pues lo de “la tierra del chavico” no es por la pobreza sino porque en Granada con un “chavico” se podía vivir.
Y no queremos dar , ni tampoco tenemos, una visión idílica del pasado. Entendemos y defendemos que la cosas tienen que ir cambiando, y mejorar en todos los aspectos; pero lo que ha ocurrido en Granada y su territorio, no ajeno a casi toda España, salvo excepciones, va a ser un “desarrollismo” que siempre va a poner el interés privado por encima del interés general, destruyendo patrimonio, cultura y belleza de todos a favor de unos pocos, y sin que la ciudadanía haya podido parar la marea. Pues ni la participación ciudadana, ni la defensa de lo común ha primado la agenda política en los últimos 70 años. Especialmente si nos referimos a la gestión del territorio, el urbanismo y la vivienda.
Una ciudadanía indefensa frente a poderes que disponen de todos los medios, especialmente la publicidad, y la necesidad de “generar” riqueza casi siempre con el suelo y contra el suelo, ya sea vendiéndolo o reclasificándolo para general plusvalías, nos ha traído, setenta años
después, a una situación de precariedad, dependencia, contaminación, congestión de la que no está muy claro cómo vamos a salir o seguir.
Durante estos aproximadamente 70 años en los que se ha hecho la radical transformación de nuestro territorio y formas de vida han sido bastantes las personas y organizaciones que han advertido de la necesidad de hacer las cosas “de otra manera”, atendiendo a las necesidades reales y respetando los entornos, si bien no siempre han conseguido sus objetivos.
Así, desde 1957, en que se constituyera la asociación “Granada Nuestra”, hasta la actualidad, en que múltiples asociaciones agrupadas en torno a la “Plataforma Salvemos la Vega – Vega Educa” intentan influir en las decisiones que se adoptan en Granada, se van a ir escribiendo muchos capítulos con protagonistas y finales distintos: el cañaveral, la ronda sur, el parque del milenio, la alta velocidad, la modernización de las acequias, la soberanía alimentaria y los colegios, la movilidad sostenible, y otros muchos.
. . . Su relato con sus protagonistas y con los tiempos que les tocaron vivir serán los temas que iremos desarrollando en este blogs.